sábado, 25 de septiembre de 2010

Bernanke decide como pagar la factura

Dejémonos de zarandajas, estamos metidos hasta el cuello en una de la mayores crisis económicas de la historia, quizá la mayor. Ya no es tiempo de hablar de burbujas, hipotecas subprime, planes de rescate, colapso financiero, brotes verdes, etc. La simple realidad es que el mundo occidental, especialmente Estados Unidos, lleva décadas viviendo por encima de sus posibilidades, comprando a crédito un bienestar que ha despilfarrado una ingente cantidad de recursos en una vorágine consumista sin sentido. Ahora, terminado el postre, tenemos la factura delante y nos hemos puesto lívidos al comprobar que la cantidad es tan exorbitante que nadie puede pagarla.
Bernanke sabe que no es posible afrontar la deuda y pide otro café mientras baraja las distintas posibilidades y mira al resto de los comensales con una sonrisa forzada que intenta infundir confianza.
Es una decisión difícil, o reconoce que no tiene dinero suficiente y a reunir entre todos lo que se pueda y a fregar los platos que hagan falta, o se fotocopian los billetes de la cartera y a ver si cuela. O lo que es lo mismo: pagan los que se han dado el festín o lo hacen los que lo han servido. Pecadores o justos. Inflación o deflación. A la alemana o a la japonesa.
Deflación, a la japonesa. Reconocer la situación y ofrecer transparencia nos situaría ante un panorama sombrío, el primer impacto sería muy duro, después acabaríamos aceptándolo y nos abrocharíamos el cinturón hasta el último agujero en un plan de austeridad largo y profundo. Las Bolsas caerían y los activos ajustarían sus precios a la nueva realidad. El dinero sería el rey y los sensatos que han ahorrado y actuado con juicio estarían en la mejor posición. Muchos de los que han cometido excesos acabarían en la bancarrota. Los acreedores conseguirían cobrar con el tiempo.
Inflación, a la alemana. Se actúa como si no pasara nada y se emiten más y más billetes, se solventa el día a día hasta que la cantidad sea tan grande que un dólar apenas alcance el valor del papel en el que está impreso. En este escenario un dinero mendigo se cambiaría por cualquier cosa. Todo se encarecería. Las Bolsas subirían nominalmente pero se depreciarían en términos reales. Con el tiempo las deudas actuales se empequeñecerían comparadas con lo que supondría adquirir los bienes de primera necesidad.
Los insensatos verían disminuir sus cargas mes tras mes mientras los ahorradores descubrirían que su esfuerzo ha sido en balde. Malestar, disturbios, crispación, inseguridad, sálvese quien pueda. Caldo de cultivo para una situación explosiva que podría acabar trágicamente si los acreedores orientales se sienten estafados.
Bernanke reflexiona ¿terapia de largo plazo y paciencia hasta que remita o cirugía a vida o muerte y que sea lo que Dios quiera?
Los bonos dicen que a la japonesa, el oro que a la alemana, las Bolsas no saben no contestan. Y Bernanke..¿qué dice Bernanke?





lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi recuento para el Ibex de largo plazo.
Les he comentado varias veces que las ondas se sienten y después se cuentan.
A lo largo de los años he ido haciendo muchos recuentos que después se han ido perdiendo en la bruma del tiempo, pero no he olvidado jamás las sensaciones que tuve cuando viví cada fase de un ciclo.
A finales de 1.992 perseguí a todos mis amigos, conocidos y clientes intentándoles convencer de que estábamos a punto de iniciar un gran ciclo alcista. Como no podía ser de otra manera nadie me escuchó con mucho entusiasmo hasta 2 ó 3 años después. A principios de 1.993 mi cartera estuvo completa y no se deshizo hasta abril de 1.998, un día que, como ya les comenté, en pleno chupinazo alcista no pude pegar ojo en toda la noche y decidí liquidar todas las posiciones personales, de clientes y de los fondos que dirigía. Aquel día tuve la sensación de que lo suculento del ciclo había quedado atrás, fue el final de la onda tres. Habíamos alcanzado el nivel 11.000 por primera vez.
En los siguientes meses se formó el murciélago que anuncié públicamente y que ya apenas se distingue en los gráficos. A finales de septiembre se alcanzó su proyección ligeramente por debajo del 7.000. Como había avisado ahora había que volver a máximos. La burbuja tecnológica provocó una B de las mejor estructuradas que he visto nunca, mientras los demás valores bajaban o se desplazaban lateralmente, Telefónica y un puñado de estrellas punto com, lanzaron al Ibex hasta el 13.000. Fue en ese momento cuando supe que la fiesta había acabado y abandoné la gestión de fondos, era consciente de que en estos productos no se puede hacer una gestión a la baja, los clientes aceptan bien las pérdidas cuando las Bolsas bajan pero se irritan y mucho, cuando las Bolsas suben y ellos pierden dinero. Le dejé a mi sucesor mis recuentos por escrito para los próximos años, había sido mi alumno y era sobre todo mi amigo, hoy es uno de los 100 que pueden leer este blog y a buen seguro que ahora mismo está sonriendo. En aquel recuento le  indicaba.. el máximo intraday puede alcanzar el 13.000 pero el cierre estará próximo al 12.850, cuando lo veas vende todo y quédate corto hasta que alcancemos los bajos de la cuatro de tres sobre el 5.400. A pesar de que tenía fe ciega en mí fue demasiado tiempo para poder seguir mi consejo. El día a día siempre produce confusión. Años después, tomando una cerveza, me hizo uno de los mayores halagos que he recibido en mi vida y que nunca olvidaré.  Dijo textualmente: lo que me diste no fue una carta, fue un cheque en blanco.
Cuando el impulso C estuvo acabado y por tanto la onda cuatro,  a principios del 2.003, sentí que era el momento de comprar, aunque debo reconocer que tenía una sensación extraña, oía el trote del toro pero con algunos peros, de hecho sólo hice un 60% de cartera. Con el tiempo entendí aquellas reticencias, la onda quinta llegaba, pero no para todos, constructoras e inmobiliarias volaban pero me aburrí mucho con el paquete que había comprado de Telefónicas. Unos valores completaban su ciclo mientras las tecnológicas rebotaban en B componiendo una quinta muy débil que muchas veces me hizo valorar si lo era o no. Y así llegamos a julio del 2.007, donde ya en internet, principalmente a través de Cárpatos, les anuncié la llegada de un gran mercado de osos, con una proyección inicial como mínimo en los bajos de la  onda cuatro anterior (5.400 Ibex) y una ventana temporal finales del 2.012 principios del 2.013.
Por el momento todo puede encajar con lo previsto, aunque es cierto que este mercado es el más insípido, inodoro e incoloro que he vivido jamás. Está tan manoseado y es tan artificial que cualquier camino puede ser posible, pero lo que sí les puedo asegurar es que no estamos en los inicios de un nuevo mercado alcista, ni por asomo se dan las circunstancias ni tiene la personalidad y la vibración características de un impulso en sus inicios. Es más si alguna vez me replanteo mi posición siempre es valorando si puede durar más de lo previsto e ir más abajo.
Por el momento estamos en la onda "B" y si se ha de cumplir el plazo establecido ya no le debe quedar mucha cuerda, aunque reconozco que viendo el gráfico podría subir más sin ningún problema. Sigo con la sensación general de que estamos inmersos en pleno mercado bajista y espero levantarme un día con la señal de que el giro ha llegado. Si ocurre ustedes serán los primero en saberlo.


sábado, 4 de septiembre de 2010